viernes, febrero 15, 2008

Desde que no escribo, han ocurrido muchas cosas. De esas que no deberían ya conmocionarnos: la muerte de Benazir Bhutto, muertos y más muertos en Gaza, cortes de luz, endurecimiento de penas, vallas más altas en las fronteras. Registros de buenos para que no pasen los malos (que ya llegamos, a 1984). Ha habido terremotos, muertes y revueltas en África. Algunas declaraciones han recordado a la Guerra Fría, inundaciones en Bolivia, juicios de todo menos justos en Guantánamo. Sequía, socavones, malas expectativas para la Economía. Vertidos de fuel, temporales, mujeres asesinadas y muertes en la carretera. Estudiantes que matan a otros en las aulas; entregas de premios con vestidos horteras y agradecimientos algo comprometidos. Huelgas y huelgas. Políticos orgullosos y desmemoriados, que no van a pedir disculpas por su mal uso de la llamada política de Shock. Denuncias por injurias, Salvamento Marítimo, encarecimiento de los precios. Reuniones con nuncios, precampaña, campaña, primarias.

Y entre todas esas noticias, una ha pasado casi totalmente desapercibida: el Gobierno de Australia ha pedido públicamente perdón a todos los aborígenes por siglos de abusos. Y desde el aire se podía leer que Sorry is Just the first Step. Han pedido perdón a la llamada Generación Perdida, que fue arrancada de sus padres aborígenes para ser reeducada y posteriormente entregados a familias blancos. Y claro, los blancos qué hicieron con ellos sino esclavizarlos. Pues bien, el Primer Ministro australiano, pidió perdón en el Parlamento. Y los ciudadanos lo pudieron ver en ese maravilloso invento que son las pantallas gigantes, que normalmente utilizamos para ver las finales más reñidas de la Champions o la última gala de algún reality show, que por cierto, están bajando de audiencia.
Quién sabe, quizás le haya llegado el turno a esa cosa tan olvidada que antes llamábamos inteligencia.