martes, mayo 20, 2008

Estoy hasta las narices.
Hasta las narices de que la izquierda en España viva acomplejada.

Es verdad que la derecha en España ganó una Guerra Civil, que consiguió sobrevivir a la II Guerra Mundial, y todo porque a alguien se le ocurrió la feliz idea de que valía más luchar contra el comunismo que contra un hombre bajito y von bigote.


La izquierda ha tenido que sobrevivir como ha podido a su mejor invento y a su peor enemigo, el Estado del Bienestar, que ha hecho que el proletariado se acomode y tenga pavor a la revolución.


Pero estoy harta. Harta de que en España, aun ganando las elecciones, la izquierda siga apocada, cagada de miedo. Y no se atreve a hablar alto y claro.
Y no se atreve a decir que la Iglesia se quede en sus asuntos, con las almas de los que crean, y los cuerpos y lo que ellos quieran, pero que hagan el favor de no meterse en las vidas de los que no creen en nada. Aunque nada más sea para su desgracia.
Y no se atreve a proponer un cambio de verdad, ni a subir los impuestos directos, ni a acabar con todas las desigualdades, y no se atreve a muchas cosas....

a tantas muchas cosas, que muchas veces, parece que la izquierda en España ya no existe.
Y eso, teniendo en cuenta que la mayoría de los españoles se autositúan en la izquierda (algunos más, otros menos) del arco parlamentario, puede acarrear serios problemas.


Pero es que los jóvenes de izquierdas, se han quedado sin ideas, y lo único que quieren es una revolución por revolver, más que por convicción. Y así no llegamos a ninguna parte.
Porque antes del ruido, debería de haber alguna voz, pero no. Ya no hay voces que digan cosas originales, y volvemos al proletario y a la barricada del siglo XIX, pero sin proletario.

Los tiempos han cambiado, porque los que hubo antes que nosotros, sí consiguieron hacer algo.
Y si lo consiguieron, no fue porque no tuvieran miedo.
Seguro que entre amenazas se vive acojonado.
Sino porque fueron lo suficientemente valientes como para pensar por ellos mismos y proponer un cambio.